Un artista del declatón
Por: Mónica Mayer
Por: Mónica Mayer
Supuestamente el arte es un campo de la actividad humana en la que abunda la libertad y se privilegia la diversidad de enfoques.
Nuestra bandera es la creatividad y su objetivo cruzar fronteras, romper reglas, crear posibilidades. Buscamos ampliar el campo de las ideas artísticas y con ello profundizar el conocimiento humano. Este trabajo es complejo y se logra a través de las obras de arte, pero también de la reflexión y la educación artística, así como de la creación de estructuras sociales que permitan que este conocimiento se distribuya y se aplique.
Sin embargo, a la hora de definir el trabajo de un artista somos de lo más cuadrados. Hemos limitado nuestro concepto de lo que es “arte” a la creación de productos, llámense pinturas o performances. Y como “buen artista” consideramos a aquel cuya producción se inserta en el ámbito internacional que con frecuencia está acotado por intereses económicos y de otra índole que poco tienen que ver con el arte verdadero, ese que tiene el arraigo su propia comunidad. Es como si en términos de deporte, sólo consideráramos atleta al que corre los 100 metros en las olimpiadas, usando zapatos Nike.
Hace años escuché a una escritora que decía que a ella le importaba vivir la vida a lo ancho, no a lo largo. Para mí esto también se aplica perfectamente al arte: me interesan los artistas cuya labor es amplia, sin dejar de ser eficiente y de alta calidad, los que son completos. Para mí estos artistas equivalen a los deportistas que se dedican al decatlón y ejercen su destreza no sólo en varias disciplinas artísticas, sino en distintos niveles del arte. Pocos, sin embargo, son los artistas que, a la hora de presentarse, asumen esta complejidad.
Othón Téllez es un decatlonista del arte y él lo sabe. Tanto esta exposición como su página web lo demuestran. Su trayectoria como pintor es tan larga como su labor como funcionario, maestro o teórico y ahora tenemos la oportunidad de ver estos aspectos reunidos. Disfrutémosla