Insinuaciones de Othón Téllez

Por: Luis Rius Caso

Las insinuaciones que establece Othón Téllez en su pintura se dirigen básicamente a nuestra capacidad perceptiva. En primera instancia, su discurso visual nos brinda un conjunto de elementos de orden artístico y estético que lo hacen accesible: aprendemos con cierta facilidad los conceptos compositivos el juego de equilibrios y contrastes, el universo de recursos pictóricos que transmiten invariablemente la tensión vital del artista, y su contundencia al encontrar soluciones que garantizan un impacto inmediato, no pocas veces sustentado en alguna forma asequible de belleza.
Con todo, nuestra mirada no puede sustraerse a un contenido (me refiero a su pintura como totalidad) que cuestiona nuestros códigos perceptivos. Si bien la obra nos permite establecer una relación estética más o menos espontánea con ella, también nos obliga a realizar una lectura más detenida y rigurosa, capaz de advertir las insinuaciones que el artista plantea en sus reflexiones sobre el espacio, la distribución en éste del material pictórico y de las cargas matéricas, el ritmo, los valores cromáticos tan inusuales y ajenos a combinaciones tonales o tímbricas convencionales.
En cierto modo, creo que es válido entender estas insinuaciones como problemas que Othón propone al espectador pero también a sí mismo. Aquél requiere de la frescura y/o de los conocimientos suficientes para asimilar las propuestas que se le ofrecen, sobre todo en un medio artístico donde las tendencias «informalistas» predominantes se han limitado a extremar, con diversa fortuna las posibilidades artísticas abiertas varias décadas atrás, al prolongar ese criterio diríase «clásico», tanto en los aspectos de composición como de empleo de la materia, de signos, y de sistemas cromáticos. Othón, a su vez, trabaja planteándose problemas cuya solución lo conducen a otros problemas que de continuo retan su capacidad de encontrar resultados consistentes, al final de un proceso lleno de inquietantes dificultades autoimpuestas.
El conjunto de obras que ahora apreciamos, es el testimonio tangible de ese singular proceso, cuya riqueza propositiva y aportativa debe valorarse en toda su magnitud. No resulta extraño, conociendo su trayectoria, que sea la poética de Othón Téllez la que brinde a nuestra mirada la oportunidad de discurrir con sus mejores facultades.