La partitura visual. Entrevista con Othón Téllez
Marcia Brambila
Febrero-Marzo 2004
Febrero-Marzo 2004
“Mi familia es de músicos, uno de mis abuelos compuso “La canción mixteca”, y mi padre fue compositor de música orquestal. Mi madre es pianista y tengo tres hermanos: violonchelista, violinista y pianista.
”Cuando me formé en esta familia el ámbito musical era de todos los días, mi decisión fue hacia la pintura por encontrar otro tipo de lenguaje a nivel de tonos y luces que se perciben a través del conocimiento de la música.”
Othón Téllez es un artista plástico orgullosamente mexicano que ha sabido plasmar un estilo único en sus obras y es reconocido internacionalmente por ello.
Estudió pintura en la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado “La Esmeralda” del INBA, paralela a la carrera de Filosofía en la UNAM.
Lleva 25 años en la profesión de darle forma única a los objetos de la naturaleza con un toque musical que hace que su obra sea innovadora en su tipo. Actualmente es académico en el Centro Nacional de las Artes y se dedica a impartir seminarios y conferencias, además de elaborar la escenografía, vestuario, iluminación y dirección artística en diversas obras de teatro.
Othón ¿cómo catalogas tu pintura?
Pienso que estoy en proceso y en estos 25 años he ido precisando el discurso visual que trabajo. Sin embargo podría decir que la columna vertebral es el impresionismo. Y éste se gira a la fracción cuando a veces es más lírico o se pone más abstracto. Otras hay un expresionismo figurativo de formas orgánicas, que no es un canal meramente abstracto sino que tiene juegos con los orígenes de la vida y la tierra.
Se nota en tu obra que observas la natu- raleza y cambias los códigos dándoles nuevos conceptos.
Un problema de la pintura en general ha sido que a lo largo de su historia se ha identificado como una disciplina más denotativa que connotativa.
Es decir, tiene que tener forma para mucha gente. Sin embargo cuando se desplaza hacia formas que la gente fácilmente reconoce, encuentra una serie de percepciones y sensaciones en el contorno y esto le abre muchas posibilidades al expresionismo.
Es ahí donde he tomado la visión particular de una identidad nacional, o un discurso que esté a la vanguardia del pensamiento artístico.
¿Qué experimenta el público con tu pintura?
Curiosamente a los que lo hacen en el extranjero no les cuesta trabajo, fácilmente reconocen un aspecto latino por el uso del color.
Son, de veras, particularidades del lenguaje visual que identifican un concepto que se llama: ecoestética. Es decir esa capacidad que tiene el medio, el lugar, el clima de infundir una presencia en lo que el artista está haciendo.
Por ello supongo que cuando estás elaborando una serie sobre naturaleza visitas los habitats y luego los expresas en la obra.
Sí, y por otro lado lo relaciono con otro tipo de ideas. Una serie que se llamó “Sobre el mar” está más allá de las percepciones ecoestéticas del mar como universo o serie de posibilidades naturales para el entorno de la sociedad. Me basé en una obra musical, básicamente tomé la estructura de la partitura y la fui analizando desde mi percepción sensible. Los cuadros de esa serie tienen nombres de algunos fragmentos que relacioné.
Como buen impresionista hacía referencias textuales. Lo ponía como un pensamiento para que el músico a la hora en que interpretara, pudiera ver la imagen. A partir de esas connotaciones dirigidas a la partitura original hice la serie. Siempre he tenido un nexo con la música y pensé en hacer algo desde el punto de vista plástico-visual.
Visualmente cómo manejas la música en la pintura? ¿Usas colores, formas, negros, líneas en movimiento?
Creo que hay que tener muy claro que la actividad como artista visual requiere de un arte profesional. Saber utilizar los códigos e imágenes adecuados para que más allá de la composición y la técnica exista un trabajo serio de análisis retórico. Es una preocupación de toda mi vida, encontrar un lenguaje propio que aporte al desarrollo de las artes visuales. Que sea un discurso no dirigido por un título, cédula o explicación sino simple- mente por la capacidad de percepción que tiene el consumidor y que puede tener la obra para ser elocuente.
Finalmente lo que te interesa es que la obra sea apreciada y adquirida por el público.
Uno trabaja ante la obra en dos etapas: en su relación con el sujeto creador y el objeto creado. La primera es muy íntima y con problemas que generan soluciones visuales. Una vez que la obra adquiere su independencia, empieza a actuar según le convenga. Necesita un tiempo de asimilación. Hoy a la gente ya le gustan los impresionistas y hasta algunos abstractos. Lo que sí llama la atención es que la gente percibe un estado de ánimo optimista en mi obra.
Los artistas tratan de reflejar la situación que vive su entorno en ese momento, como la política, las inquietudes sociales… pero tu obra básicamente es sobre la naturaleza y ésta permanece igual.
Tengo una visión política o estética como cualquier persona. Sin embargo desde el terreno de mi pintura estoy girando hacia los orígenes de la naturaleza y la certeza que puede tener el conocimiento de la física de este caos. Afortunadamente ya se nos adelantaron muchos físicos en la teoría de la fractalidad, la cuestión es trasladar un fragmento para reconocer la totalidad de la capacidad humana. Es por ahí donde va mi reflexión: las posibilidades de interpretar de otra manera la realidad que estamos viviendo.
Tuviste trabajos formales en instituciones de gobierno pero cambiaste esta situación por la aventura de vivir sólo de la pintura… ¿cómo te ha ido?
Dijiste algo que para muchos es común, que tenía trabajos formales en la democracia cultural. En efecto, para el ámbito de las artes visuales esos trabajos son informales porque estás descuidando en gran medida el tiempo de producción. Tengo tres grandes pasiones: la pintura, educación artística y la profesión cultural. Ahora estoy como maestro en el Centro Nacional de las Artes, estuve como funcionario público más de 17 años en dependencias como en el Instituto Nacional de las Bellas Artes. Creo que aprendí que hay que saber quemar las naves, y lo hice con la profesión cultural en el sentido de no depender económicamente de un sueldo paralelo.
Al mercado del arte hay que entrarle de frente y llevo años viviendo de mi pintura, esto es importante porque en el momento que la gente se enfrenta a las necesidades económicas deja su pintura y arriesga el discurso visual.
El gran problema del mercado de arte en México es que no cree que puede tener posibilidades. México es un país al que se reconoce por sus pintores, en general tenemos buena apertura a nivel internacional.
Ésta es una profesión con la misma pasión que puede tener un cirujano cardiovascular o un ingeniero; hay que desmitificar esa cuestión de que el artista es un bohemio y entender que hoy en día debe ser un publirrelacionista. Es decir una gente que puede saber presentar su producto en cualquier momento y venderlo, una de las características más importantes que tiene el artista.
En este compromiso moral que tienes contigo mismo ¿cómo buscas nuevas ideas para tratar de no repetirte?
Normalmente tengo tres o cuatro actividades a la semana muy diferentes dentro de los mismos entornos. Y creo que precisamente la diversidad de opciones me permiten ir replanteando la propuesta visual. Aunque debo admitir que ése es uno de los grandes problemas cuando uno va adquiriendo madurez.
Cuando se es joven en la pintura es fácil brincar de una corriente a otra, pero ya después son exigencias del público. Hay veces también que el artista no es verdaderamente autocrítico y encuentra un estilo y lo repite. Ahí es donde se comienza, es la parte más difícil porque aunque se tenga un estilo, se debe nutrir.